La ira es una emoción natural que puede volverse peligrosa, incluso para el sujeto que la experimenta. Los accesos frecuentes de ira incontrolada dañan el cuerpo y pudren el alma cuando se mezcla con pasiones destructivas como los celos, la envidia y la venganza. Estas no son legítimas, pues su propósito no es detener la acción dañosa, sino la eliminación del supuesto agresor. Por eso la venganza nunca es justa, no quiere la reparación del bien perdido sino algo más. Está detrás de las ideologías que justifican el duelo y la pena de muerte. La actual ola de violencia en Ecuador, acicateada por el oro narco, se sustenta en una cultura de la venganza vigente por siglos en el país. Una vez efectuadas las “soluciones” de la venganza, ida la ira, que intoxica con la propia química del cuerpo, sólo quedan la resaca y el vacío.
Para leer completo dar clic en la imagenImagen: El fantasma de Hamlet padre, fotograma de la película Hamlet de Grigori Kozintsev (Kiev, 1905 – Leningrado, 1973) basada en la tragedia homónima de William Shakespeare, magnífico manifiesto sobre la inutilidad de la venganza. A todos mis amigos y lectores les invito a suscribirse a Diario El Universo para mantener este gran esfuerzo editorial: https://www.eluniverso.com/suscripciones/
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