Esta película realizado por el director danés Carl Theodor Dreyer (1889-1968), es una adaptación de la pieza de teatro del mismo título escrita por Kaj Munk (1898-1944), pastor luterano de una pequeña parroquia en Jutlandia, quien resistió a los invasores nazis, que terminaron asesinándolo. Es un drama esencialmente espiritual, la religión suscitando distintas actitudes en las personas: la práctica formal, el integrismo, el fanatismo, el escepticismo, la pérdida de la fe, la racionalización y, destacadamente, la locura. Esta cinta tuvo universal aceptación, al punto de ganar el León de Oro de la Mostra de Venecia de 1955, sin embargo la problemática implicada se expresa en temas muy daneses. Por cierto que, prescindiendo de detalles históricos, se pueden encontrar situaciones similares en todas las culturas y el excelente tratamiento hace intuir la coyuntura, pero informarse previamente permitirá una mejor y fluida comprensión del tema.
La historia se desenvuelve en el marco de las discrepancias dentro de la Iglesia Luterana Danesa. Esta es la religión del Estado, en la que pugnan la corriente oficialista, derivada del pensamiento del reformador Nikolai Frederick Severin Grundtvig, y la llamada Misión Interior, un movimiento conservador, puritano y nacionalista, que si bien es minoritario tuvo decisiva influencia por su celo. Los seguidores de la Misión tienen prohibido casarse con personas ajenas a su grupo. En este contexto encontramos a la rica familia Borgen, a cuya cabeza está el viejo Morten, un estricto seguidor de la línea de Grundtvig. Su hijo Johannes ha enloquecido y se cree Jesucristo, se atribuye este mal a sus estudios de teología. Su otro hijo Mikkel ha perdido la fe y está casado con la dulce Inger, con quien tiene dos hijas. El menor es Anders, quien está enamorado de la hija del sastre Peter, cabeza de la Misión Interior en el pueblo, hombre pobre y, como los de su secta, muy severo. En la casa del sastre se efectúan las reuniones del grupo, en una de estas una mujer expone su experiencia de su conversión. Un nuevo pastor a llegado al pueblo y quiere presentarse a sus feligreses, el sacerdote tiene una visión racionalista de la religión, así no admite la posibilidad de los milagros. El médico que ha sido llamado para atender el inminente parto de Inger es probablemente ateo y con frecuencia está incitando a los creyentes a discutir sus ideas. El contrapunto principal se produce entre Morten y el sastre, opuestos por su posición y sus creencias, pero como contraste con sus rígidas posiciones surge la figura de Inger, para quien las virtudes cotidianas son lo importante y la acción de Dios se da en modestas manifestaciones.
Con frugalidad de medios se exponen temas decisivos para la mentalidad religiosa: la muerte, la resurrección, el milagro, la culpa, el perdón. Los escenarios están severamente circunscritos. En el bonito pero sencillo salón de la casa Borgen se desenvuelven, digamos, las cuatro quintas partes de la acción. Todos estos factores se enriquecen merced a una magistral fotografía a cargo de Henning Bendtsen, un notable camarógrafo danés, quien colaboró con Dreyer en sus más importantes realizaciones. Bendtsen cuenta que el director se limitaba a explicarle sucintamente lo que quería, tras lo cual lo dejaba en libertad para hacer su trabajo, en el que se puede adivinar influencias de la estética de los pintores luministas escandinavos como Krøyer, Ancher o Zorn, cuyo manejo de deslumbrantes blancos produce un efecto sublime, algo que se logra en muchas escenas de la película, especialmente en los breves episodios de exteriores.
Los actores no son conocidos, casi todas sus carreras las hicieron en el cine danés que, por desgracia, es poco visto entre nosotros. Y en el caso de la actriz Hanne Aagesen, quien hace una nítida encarnación de Inger, el principal personaje femenino, todo parece indicar que fue la única cinta en que participó. Carl Theodor Dreyer ha sido muy reconocido, como relata Henning Bendtsen, era un hombre tímido y de trato complicado, con una historia personal nebulosa y triste, que arranca de su filiación bastarda. No pudo ser criado por su madre, pero la figura de ésta siempre jugó un papel fundamental en su personalidad y en su obra. Un eco de la sacrificada mujer indudablemente se halla en Inger. Ordet, La palabra es una experiencia diferente, es cine profundo y suscitador. (ARD)
TRAILER DE LA PELÍCULA
Debe estar conectado para enviar un comentario.