Una discapacidad, cualquiera sea su origen, no confiere superioridad a nadie. Quien la sufre merece tener ventajas que lo equiparen con los demás, pero de allí en adelante todo depende de su temple ético y está llamado a rendir cuentas en las mismas condiciones que cualquier persona.
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Imagen: Miguel de Unamuno acosado por falangistas al
salir del paraninfo de la Universidad de Salamanca
(12-10-1936)
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