Es una estampa absolutamente común en las calles y carreteras del país ver a hombres que se detienen a orinar sin el menor rubor a la vista de todo el mundo. No ha habido campaña, multa o sanción que consiga erradicar costumbre tan poco civilizada. Hay un fuerte componente de machismo en esta actitud: “los varones lo hacemos en donde nos coge la gana”. Esta no es una práctica antihigiénica, es algo mucho peor. El control de esfínteres es un comportamiento que se aprende en el proceso de maduración del infante. Un pueblo inmaduro no adquiere esa destreza, somos una nación de perpetuos lactantes, a los que se induce a amar a la patria como a su madre, “con infinito amor”.
El mecanismo psicológico que permite el control de los esfínteres va más allá. Está muy relacionado con la capacidad de atesoramiento, con los hábitos de ahorro, porque ambas posibilidades tienen en común el desarrollo del concepto de previsión. “Antes de salir, iré al baño” y “guardaré algo para enfrentar cualquier eventualidad”, son ideas similares que implican planificación del futuro, sin la cual vivimos en un perpetuo presente, como todas las criaturas no humanas. Así se explica fácilmente que el ahorro no sea una virtud apreciada en el país. De hecho el ahorro es una porción ínfima de lo que se invierte aquí. El ciudadano ahorrativo es mal visto y termina siendo calificado de avaro, tacaño, miserable, coño… Que yo recuerde ningún gobierno diseñó políticas de largo plazo y eficacia comprobable para incentivar esta sana costumbre.
Se dice que “cada pueblo tiene el gobierno que se merece”. La cosa es mucho peor, debería decirse “tiene un gobierno que se le parece”. Esto es muy claro siguiendo la línea en que estábamos. Un pueblo que transforma en letrina cada esquina no entenderá una administración que ahorra, quiere un régimen que “haga obra” donde le coja la gana, si para ello ha de endeudarse, eso no preocupa demasiado. El populismo resulta entonces el sistema político más apropiado para masas con estas tendencias… después hay que hacer un viraje escorzado para “cambiar la matriz productiva”, porque ha sido de producir también y no de gastar nomás, donde nos cogió la gana. En un marco social de esta laya, un ministro cuya gran “obra” fue feriar los fondos de estabilización tenía pavimentado el camino hacia la Presidencia.
Relacionada con el despilfarro, y por tanto con el descontrol de esfínteres, está la incontinencia verbal. Se habla sin pensar, lo primero que sale de los riñones. Es parte de esa manera de vivir en un ahora inacabable, lo que interesa son las sensaciones de hoy, y mañana… será otro día. Después hay que rectificar, donde dije digo, dije diego, tan propio de los caudillos ecuatorianos. Donde dije “no re-elección”, dije “no re-lección”, es decir que los estudiantes revoltosos no tengan una segunda oportunidad para dar la lección que no dieron por estar en bullas, eso quería decir.
Imagen: Hombre orinando, grabado de
Thomas Bewick (1753-1828)
Publicado originalmente en Diario El Universo el 17 de noviembre de 2014
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