La canción patria

No hablo de Patria, tierra sagrada, que no es más que una retahíla de vacuidades con pretendida resonancia heroica. No tiene ninguna referencia a un hecho histórico, ni a las características del territorio nacional o de la cultura ecuatoriana, nada, frases sueltas que denotan un edipismo sanguinolento y masoquista. Y culmina: «¡Cúbrenos siempre oh Patria, con tu iris inmortal!» ¿Qué quiere decir eso? Iris significa arco iris, pupila u ópalo; con cualquiera de estas acepciones la frase es absurda. De la que quería hablar era de la canción patria por excelencia, del Himno Nacional, del que mañana celebramos su día. Este venerando símbolo patrio tampoco me conmueve particularmente, sobre todo por su escaso enraizamiento en la cultura del país: versos románticos europeos, lenguaje poco inteligible para las mayorías, musicalizados con una marchita italiana.

Mala suerte tenemos con los símbolos patrios. Tampoco nuestra bandera es una bandera ecuatoriana, sino que la creó Francisco de Miranda específicamente para Venezuela. Algunos dicen que es más bien rusa. Se rumoraba que estaba basada en los colores emblemáticos de la zarina Catalina la Grande, quien fue una solícita protectora, por lo menos, del Precursor Miranda, pero nadie da una prueba concreta de tal filiación. Por eso ahora una nueva versión dice que se trataba de la bandera rusa tal cual la conocemos, blanco, azul y rojo, cuya primera franja se amarilló al pasar el Atlántico. Faltos de inspiración y pobres de identidad fuimos a consagrar una bandera prestada, postergando la enseña nacional la celeste y blanco de octubre.

Si soñamos en un día volver a tener una bandera ecuatoriana, ¿por qué no hacer lo mismo con el himno? Las condiciones en las que tan delicada operación deben establecerse con mucho cuidado. El propósito de dotarlo de raíces nacionales no puede ser entendido como una folcklorización de su música, porque dados los gustos imperantes, bien nos pueden deleitar con un tecno-huainito. La propuesta es ir al fondo, a la mera matriz de la ecuatorianidad, a una melodía pre-inca nada menos. Creo que la más documentada composición de ese origen, según lo estableció Segundo Luis Moreno, es la que se canta como «Salve, salve, gran señora». Es un cántico solemne y bello, al que se le impuso una letra cristiana para utilizarlo con fines de evangelización. Esa podría ser la canción nacional. Dado que la letra con la que actualmente se canta y el uso litúrgico que se le da no son los originales, no hay ningún conflicto en cambiarlos. La letra puede ser una adaptación de los himnos compuestos por Olmedo y Mera, escogiendo las partes menos belicosas. De esta tarea puede encargarse una comisión de poetas designada por las academias de la Lengua y de Historia, y por las facultades de Artes y de Literatura de las universidades nacionales. Imagine entonces estimado lector a la selección albiceleste ecuatoriana cantando «Salve, salve, salve, oh Patria…», con el cadencioso ritmo autóctono al iniciar un partido en el mundial de Catar.

Publicado originalmente el 25 de noviembre de 2013 
en Diario El Universo

Imagen: Procesión campesina, foto del autor

EN ESTE ENLACE PUEDE ESCUCHAR UNA VERSIÓN DEL "SALVE, SALVE"

https://www.youtube.com/watch?v=buc5GgQ3IOU&list=TLPQMjYxMTIwMTmsj77S9y3ZOA&index=3