No hay tiempo para el amor

SNOOPY

Ese era el título de una de tus película, querido Charlie Brown… Carlitos, como te llamamos por acá. Repasar los episodios de tu vida me produce esa sensación reconfortante de lo melancólico. Quizá en eso está el secreto de tu fama, quien te creó le apostó a la frustración, no al ridículo ni a lo grotesco, para generar un humor leve y enternecedor, jamás simple, ni cursi, ni melodramático . Más sutil aún, no te hizo ni fracasado ni perdedor… justamente en There’s not time to love nos enteramos de que eres un buen estudiante, quizá sin suerte para el amor, pero eso es otra cosa. Nervioso, eres un antihéroe, pero el siglo XXI será de los antihéroes. Somos inseguros, ¿no? Esta faceta hace sublime a Peanuts (original en inglés de la narración de tu historia, Rabanitos en el diario El Universo). Es más probable hallar humanidad e inteligencia en personas como tú, los “seguros de sí mismos” por lo general son lo suficientemente tontos como para serlo… y hasta se creen redentores.

Perseguirás a la pequeña niña pelirroja, sin éxito, tanto que ni siquiera podrás presentárnosla a tus seguidores. Recuerdo que, tras uno de sus desdenes, tu perro, el famosísimo Snoopy, que te roba protagonismo, dice que a él le pasó lo mismo con una perrita labradora… Algunos veces hemos querido decirte: “a mí me paso lo mismo con…” (a propósito, Snoopy es nacido el 4 de octubre, ¡qué triste se pone esto!)

Algo tan imposible puede quedarse en la ficción, en la vida no es para tanto. Pero tenemos a Peggy Jean, con ella sí te hablas y la conocemos… Eso es peor, no te dijo que no, hasta que te contó que se iba a encontrar con su novio en la cancha de fútbol y esa fue la última vez que la viste… Pero acuérdate… acuérdate… No, si esto es duro hasta para los duros, para los que no lloramos ni por los muertos. Si hubieses pasado de los cincuenta años te habríamos visto limpiando los lentes, queriendo creer (o queriendo hacer creer, da lo mismo) que es por la humedad del ambiente, pero tu creador sabiamente te dejó siempre niño.

Dicen que el nombre de Peggy Jean está relacionado con la balada Jean, que fue un hit el mismo año que empecé a leer Peanuts y en el mismo país. De allí, a lo mejor, viene esta nostalgia y también de la conciencia de mis cobardías y abdicaciones… Ahora que recuerdo, mi padre, a quien debo el amor por la viril lengua inglesa, tenía un librito con historias tuyas, no sé dónde estará , no lo he visto cuarenta años. Seguro que no lo vendí, tú sí vendiste tu colección de comics para comprarle unos guantes a Peggy Jean, pero ella tenía ya unos iguales y se los regalaste a Snoopy. Tranquilo, parte de mi biblioteca son regalos fallidos… ¡y apurémonos, no hay tiempo para hablar del amor!, porque tú tienes que preparar exámenes y yo cualquier otra cosa que imponga la innoble realidad.

Publicado originalmente el 14 de febrero de  2011 en Diario El Universo